ASPECTOS CRÍTICOS

 

El ciberespacio provee un escenario para el ejercicio de la ciudadanía, la exploración de nuevas identidades y la expresión pluralista de ideas.  Pero debemos ser cautelosos al reconocer las virtudes de esta experiencia evitando caer en la idealización y el análisis acrítico de su pertinencia.

 

El desarrollo social, político y económico de la sociedad “real” impacta el ciberespacio de manera mucho más directa que la influencia que se recibe de forma inversa desde el mundo virtual.

 

La red es producto del desarrollo económico y tecnológico, es causa (en cierta medida) y efecto de la globalización. El análisis que de ella realicemos debe contemplar los fenómenos sociales que se producen en su interior sin desvincularlos del contexto socioeconómico que le sustentan. No es posible considerar una realidad virtual contraria al modelo de globalización neoliberal y a las relaciones que se consolidan en éste ya que sus tentáculos se proyectan al interior del espacio virtual.

 

La era del globalismo, como le llama Octavio Ianni (citado en Gómez, 2008), se caracteriza como una época electrónica, dinamizada por la informática y articulada por emisiones, mensajes, signos, redes que tejen las identidades, la ciudades y las naciones. Medios a traves de los cuales se deterritorializan los mercados, las mercancías, las prácticas y las ilusiones.

  

El poder económico en la red

Mientras se construyen nuevas identidades y se forjan nuevas ciudadanías, el poder económico ya ha incursionado en el ciberespacio estableciendo nuevas formas de control y de influencia en el mundo virtual.

 

Los sectores del poder económico irrumpen en la red dominando y apropiándose de ella por medio del control de acceso a estas tecnologías (costos infraestructuras y equipos) y la coerción de la disidencia (intromisión y control de actividades virtuales a sectores “terroriales”).  No podemos negar las luchas entre las compañías por el control de las redes, la defensa de las patentes privadas, la lucha encarnizada contra el “software” libre, las estrategias comerciales para imponer modelos, por mencionar algunas de las estrategias utilizadas por el poder económico.

 

La libertad que se experimenta en el ciberespacio tiene límites impuestos por las prácticas desde el mundo “real”. La información que fluye por las redes puede ser observada, filtrada, censurada… es el ciber-panóptico. Por medio del uso de redes de espionaje tales como Echelon, Carnivore, se puede recoger el tráfico por Internet de una red específica.

 

Las comunidades han logrado constituirse en los espacios virtuales pero su fuerza no compara con las existentes en el mundo “real”. La ausencia de mecanismos cohesivos, la fluidez del espacio virtual hace que las experiencias virtuales se fraccionen ilimitadamente (FIAP,2008).

 

La experiencia cibernética es elitista. El acceso de la Internet es limitado. Existe una brecha digital entre los países del norte y del sur, entre los países pobres y los ricos. Aún al interior de los países podemos observar el acceso limitado de ciertos sectores a consecuencia de varias dimensiones: geográficas, demográficas, socioeconómicas, de género, cultural, lingüística, etc. (Gómez, 2008).

 

La percepción de libertad dentro de la red puede estar sobre calificada. La idea de horizontalidad puede verse limitada por los altos niveles de complejidad tecnológica que requiere la misma para su funcionamiento.  El manejo de la infraestructura y sus protocolos de manejo están controlados técnicamente por unos pocos expertos.

 

El ciberepacio es reflejo del mundo “real” por eso en él se observan conductas delictivas como violentar el derecho a la intimidad, engaños, fraudes, robos, pirateos, coordinación terrorista, entre otros. Suponer que la conducta ética se surge de manera espontánea en un mundo virtual es proponer una falacia.

 

Castells propone que es la sociedad la que modela a Internet y no al contrario. “La tecnología no determina la sociedad. Tampoco la sociedad dicta el curso del cambio tecnológico, ya que muchos factores, incluidos la invención e iniciativas personales, intervienen en el proceso del descubrimiento científico, la innovación tecnológica y las aplicaciones sociales, de modo que el resultado final depende de un complejo modelo de interacción” (Castells, 2006, pág. 31). “  Señala que la tecnología no determina la sociedad: la plasma. De igual forma la sociedad no determina la innovación tecnológica: la utiliza.  Queda evidenciado que existe una relación dialéctica entre la sociedad y la tecnología.